A ellos le ha gustado mucho poder explicar a sus compañeros lo que han escrito y han mostrado las imágenes a sus compañeros con mucho orgullo.
Después hemos contado sus historias, muy bonitas por cierto, y ya dejamos descansar al libro.
Primero fue un niño que venía esperando el libro viajero con muchas ansias, además le daba muchas ideas a su mamá para hacerlo y le decía las fotografías que quería poner. Lo ha pasado muy bien contando a sus compañeros lo que sucedía en cada foto.
A la semana siguiente le tocó a una niña que también tenía muchas ganas de contarnos lo que había puesto con su mamá y de enseñarnos las fotos tan chulas que había pegado al folio. Además, nos contó que la historia que escribieron se la sabe de memoria porque se la cuenta siempre su hermana, e incluso tiene una parte que le da miedo.
Ya tenemos al primer afortunado de la clase de cuatro años pero esperaré a que lo haga otra familia más para publicarlos de dos en dos.
¡Y a seguir viajando!
Hermosa propuesta educativa, pertinente en el desarrollo del aprendizaje del estudiante, miro el libro viajero como una estrategia pedagógica, util para la integración de toda una comunidad educativa
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